jueves, 20 de octubre de 2011

El Triángulo


Todavía me pregunto como fui a parar adentro de este lugar. Lo recorro nerviosa. Tiene límites invisibles que no puedo traspasar. Al llegar a un punto recibo una descarga eléctrica que me hace retroceder de un salto.
Pienso fríamente. Necesito conocer esos límites. Acerco con cuidado el pié hasta que comienzo a recibir un leve cosquilleo y marco en la tierra ese punto. Así uno tras otro consigo formar una recta de unos veinte metros. Cuando quiero retroceder otra descarga me sacude con violencia. Hay un ángulo. Es un ángulo que marca el comienzo de otra recta. Tengo que moverme con cuidado. Cada sacudida me debilita y necesito de todas mis fuerzas si quiero salir de esta encrucijada.
Ya lo sé. Estoy dentro de un triángulo rectángulo. Un triángulo maldito.
¿Estaré perdida para siempre? ¿Podrá acudir alguien a rescatarme?
Lo veo difícil. Simplemente porque nadie puede verlo ni verme.
Un triángulo es una figura indeformable. Esos ángulos inamovibles, sostienen la figura con una rigidez indestructible.
Caer en un triángulo maldito es lo peor que le puede pasar a una persona. Si por lo menos tuviera una escalera podría cotejar la altura y saltarlo. Lo intento, percibiendo el cosquilleo sobre una pared invisible que se eleva sobre mi persona.
Estoy entregada. No hay nada que pueda hacer.
Ya es de noche. Me recuesto boca arriba sobre el pasto. Las estrellas brillan con toda su intensidad. Venus, Marte, el cinturón de Orión, las Pléyades se desplazan a su ritmo. La luna se asoma naranja sobre el horizonte y asciende lentamente iluminando tenuamente el paisaje.
Agotada me quedé dormida.
Por la mañana volví a chequear los límites del triángulo. Seguía acorralada en el mismo lugar y me pregunté si no habría nada que pudiera hacer? Si tengo que esperar la muerte mejor que sea rápido. No quiero morir en agonía.
Lo tengo decidido. Voy a tomar distancia y con las pocas fuerzas que me quedan atravesaré corriendo el muro y si una descarga me mata, que me mate de una vez por todas.
Me paro de espaldas a una de las rectas. Inspiro, expiro, inspiro, expiro, hasta llenar mis pulmones de aire y allá voy a la carrera dando saltos.
El impacto fue demoledor, Tengo el pelo y las pestañas chamuscadas, me duele cada centímetro de mi cuerpo. Estoy debilitada y mal herida pero afuera.
Fin

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