En medio del cauce de un arroyuelo había una vez una roca que orgullosa de su fortaleza, desafiada al agua.
Queriendo arrastrar la roca, la corriente bramó un día y otro con furor; pero no consiguió moverla.
Entonces cambió de táctica. Lentamente fue socavando la base de la roca. Y como, según el adagio castellano, poco apoco hila la vieja el copo, llegó un día en que la roca falta de apoyo, resbaló cauce abajo por su propio peso.
Todo el que quiera llegar a ser algo, ha de llenar su vida de esfuerzos constante, continuados, que son los que dan victorias más seguras