sábado, 24 de septiembre de 2011

LA LIEBRE Y LA TORTUGA


En   el  mundo  de  los  animales   vivía   una    liebre   muy    orgullosa,
 Porque    ante   todos   decía  que  era   la más veloz. Por  eso,  constantemente  se   reía   de la  lenta   tortuga. Mirad    la   tortuga  eh,    tortuga, no  corras  tanto  que  te   vas   a  cansar     de  ir tan   de   prisa   decía   la     liebre    riéndose de    la  tortuga.



Un  día   decidieron   hacer  una   carrera  entre   ambas  todos   los  animales   se  reunieron   para  verlo  se   señalo  cuál  iba  a  ser  el   camino  y  la   llegada   una   vez   estuvo   listo, comenzó  la   carrera   entre   grandes   aplausos.


La   liebre   corría   veloz  como   el  viento   mientras  la  tortuga   iba   despacio, pero, eso  sí,  sin  parar. Enseguida, la  liebre  se  adelanto   muchísimo.

Se   detuvo  al  lado    del   camino  y  se  sentó  a  descansar. Cuando  la  tortuga  pasó   por  su  lado, la  liebre  aprovechó    para  burlarse  de   ella  una  vez   más. Le  dejó  ventaja  y  nuevamente   emprendió   su  veloz  marcha.


Varias  veces  repitió  lo  mismo, pero, a   pesar  de  sus  risas, la  tortuga  siguió  caminando   sin  detenerse.

Confiada   en  su  velocidad, la  liebre  se  tumbó  a   dormir   bajo   un  árbol. Pero  pasito  a   pasito,   la   tortuga   avanzó   hasta   llegar   ala    meta.


Cuando  la  liebre   se   despertó corrió  con   todas   sus   fuerzas   pero  llegó  tarde. La   tortuga   había  ganado  la  carrera.

Aquel    día   fue   muy   triste   para   la  liebre    y    aprendió   una   lección  que   no   olvidaría.
No   hay  que   burlarse   nunca   de   los   demás.   

      

jueves, 15 de septiembre de 2011

LA LEY DEL BOSQUE

El bosque iluminado era el mejor bosque en que se podía vivir, donde las fiestas llenaban de luz las noches y todos disfrutaban. En aquel bosque sólo había una ley: "perdonar a todos". Y nunca tuvieron problemas con ella, hasta que un día la abeja picó al conejo por error, y éste sufrió tanto que no quería perdonarla. Pidió al búho que reuniera al consejo y revisaran aquella ley. Todos estuvieron de acuerdo en que no habría problema por relajarla, así que se permitió una única excepción por animal; si alguien se enfadaba de verdad con alguien, no tenía por qué perdonarle si no quería. Y así siguieron hasta la gran fiesta de la primavera, la mejor del año, que resultó un grandísimo fracaso: sólo aparecieron el búho y unos pocos animales más. Entonces el señor búho decidió investigar el asunto, y fue a ver al conejo. Este le dijo que no había ido por si iba la abeja, a la que aún no había perdonado. Luego la abeja dijo que no había ido por si iba la ardilla, a la que no había perdonado por tirar su colmena. La ardilla tampoco fue por si iba el zorro, a quien no había perdonado que robara su comida... y así sucesivamente todos contaron cómo habían dejado de ir por si se presentaba aquel a quien no habían perdonado. El búho entonces convocó la asamblea, y mostró a todos cómo aquellla pequeña excepción a la ley había acabado con la felicidad del bosque.

PROYECTO ENOMIS


Había sido las diez de la noche, cuando después de conducir dos horas al menos, por fin bajé del coche. Le di un vistazo por si acaso no estaba bien aparcado, y me encaminé hacia mi casa reflexionando sobre el trabajo que me esperaba el día siguiente. Como siempre, fue un día horrible: la prisa, los atascos, y sin hablar de un par de tontos con los que trato negocios todos los días.
No conseguí relajarme mucho andando por esa breve distancia, y cuando llegué ante el edificio donde vivo, decidí detenerme un rato para fumar un cigarrillo; me habría ayudado a recobrar la calma necesaria para dormirme. Mientras fumaba, levanté los ojos al cielo, y me di cuenta de que la señora Sabiduría –así la llamamos en el barrio, a esa mujer, por todo lo que sabe y dice sobre cualquiera– estaba mirándome de reojo desde su piso en la tercera planta, y como no aguanto a esa cotilla, tiré medio cigarro al suelo con un gesto de enojo, y subí a mi apartamento por las escaleras; el ascensor siempre está estropeado.
Después de subir cinco plantas a rastras, me dejé caer en la butaca ante la televisión. Pasé de un canal a otro durante media hora sin encontrar nada de interesante, así que aprovechando también de un repentino ataque de sueño, me fui a la cama. Aún no eran las cinco de la mañana, cuando fui despertado, horriblemente, por el odioso sonido del timbre. Me levanté enseguida asombrado y asustado vista la hora.
Me acerqué a la puerta sin hacer ruido, miré por la mirilla, y vi a dos hombres corpulentos parados en el descansillo. Me detuve un rato contemplándolos: el mayor aparentaba unos cincuenta años, mientras el otro no parecía alcanzar los veinte. Tocaron otra vez el timbre; sabían que me encontraba en casa.
– ¿Quiénes sois? –inquirí yo.
–Abra por favor –dijo el mayor esgrimiendo lo que parecía un mandato de detención.
Abrí la puerta sin quitar la cadena de seguridad.
– ¿Pues, qué pasa? –pregunté.
–Sería mejor que se lo aclaremos en casa –siguió el mayor.
Vacilé un rato antes de dejarme convencer a que entraran. Podía ser un engaño ¿si el mandato era falso? ¿Cómo podía reconocer la autenticidad de un documento que nunca había visto en mi vida? De todas formas, a pesar de tantas dudas, les abrí la puerta.
– ¿Ahora puedo saber qué está pasando? –pregunté otra vez con más fuerza mientras pasaban a mi lado.
–Nada –contestó el mayor–. Sólo tendría que seguirnos a la comisaría donde le harán algunas preguntas.
– ¿A la comisaría? –repliqué desconcertado–. Pero yo no he hecho nada.
–Todo el mundo dice así –dijo el más joven mientras cogía una manzana de la nevera. Le dio un mordisco mirándome fijo en los ojos, como para demostrarme lo que su autoridad le permitía hacer incluso en mi casa.
–Iría a pudrirse –me dijo mofándose.
– ¿Pero podrían explicarme lo que está sucediendo? –rechisté yo–. Estoy perdiendo la paciencia.
–Tranquilícese señor, que todo se arreglará. Ahora se ponga algo de prisa y síganos. Nos están esperando abajo –dijo el mayor en tono casi amistoso.
Me conformé a esa absurda situación, y siguiendo las indicaciones del presunto policía, me puse un chándal y bajé con ellos. Ante la puerta de entrada, un coche negro, que nunca había visto hasta aquel momento ni siquiera en las películas, nos estaba esperando. Me abrieron la puerta trasera para agilizarme a subir lo más rápido posible.
Di una ojeada hacia mi piso, y me di cuenta de que la señora Sabiduría todavía estaba ahí, presenciando mi detención casi satisfecha. El conductor arrancó el coche, y nos fuimos a toda marcha hacia la meta. Tardamos una decena de minutos en llegar. Bajamos del vehículo ante un viejo edificio, donde una joven policía me esperaba para acompañarme a mi destino. Llevaba una uniforme negra con rayas laterales amarillas.
Nunca había visto antes una uniforme de ese color. Mi preocupación aumentaba cada vez más. No sabía de que estaba acusado, y aunque estaba seguro de mi inocencia, no estaba tan seguro de poderla defender. Llegamos ante la puerta del despacho del comisario donde tuve que esperar un rato.
La mujer entró por su cuenta dejándome sin custodia. No pude oír lo que pasaba dentro. La puerta era tan espesa que no dejaba pasar ni un ruido.
–Pase, por favor –dijo la policía abriendo la puerta.
Entré bastante temeroso en ese despacho que parecía olvidado desde mucho del personal de la limpieza.
–Siéntese –dijo el que supuse fuera el comisario.
Me acomodé en el único asiento disponible.
– ¿Usted tiene algo que decir para aclarar el asunto? –preguntó él.
–No sé, ¿si puedo saber de qué asunto está hablando? –contesté buscando de guardar la calma.
–Ahora no puedo darle muchas explicaciones al respecto, a no ser que usted confiese por su cuenta –repuso él.
–Pero yo no sé que debería confesar –contesté con más vigor que antes–. No he cometido ningún reato, y con esto, no quiero seguir adelante con este interrogatorio.
–Entonces tendrá que compilar un simple formulario con sus datos personales, después de que podrá abandonar el edificio –dijo él manteniéndose tranquilo ante mi enfado.
Me puse a rellenar los blancos de un par de hojas que me entregó la joven policía, que hasta aquel momento, había quedado a mis espaldas sin decir una palabra; y después de firmarlas, sentí una aguja penetrarme en el cuello. Intenté reaccionar mientras iban a faltarme las fuerzas.
– ¿Qué pasaaa…….?

Me desperté en un lugar a mí desconocido. La cabeza me dolía como nunca. Con cuidado intenté averiguar dónde me encontraba manoseando el suelo, y me di cuenta de que estaba tumbado en una superficie de arena. Esperé un rato antes de hacer un primer intento para levantarme.
Era noche y la oscuridad era tan intensa que no podía ver más allá de unos pocos metros. Me resultaba más fácil distinguir el crujido de las olas y el murmullo de los árboles, que mezclándose, producían un sonido tan relajante que me dormí otra vez. Cuando volví a despertarme ya me encontraba mucho mejor, y la luz del sol que ya era alto en el cielo era la ayuda que necesitaba.
Hice un esfuerzo para ponerme de pie luchando contra no pocas dificultades. Todavía me encontraba un poco aturdido; a lo mejor había dormido mucho más que de costumbre. Di un vistazo a mi alrededor; el panorama era estupendo, pero aún no entendía como me encontraba en ese paraíso.
El vacío me llenaba la mente. Lo único que recordaba, era que antes de que me durmiera me encontraba en la comisaría de policía y nada más. Empecé a moverme con cuidado para desperezarme las piernas, y me di cuenta de que algo extraño me abrazaba el cuello. Al tocarlo parecía un collar, y tan pronto como intenté quitármelo, sentí una ligera descarga eléctrica que me obligó a renunciar. Un objeto en el suelo me llamó la atención.
Era una carpeta con mi nombre escrito en caracteres cubitales. La recogí con curiosidad para luego sacar su contenido que se limitaba en un libro de supervivencia y algunos documentos, que aunque sospechaba la importancia, la confusión que reinaba en mi cabeza me sugirió aplazar la lectura a otro momento.
Observé el mar sin alejar la vista de la orilla, y me fijé en un muelle. Era tan pequeño que sólo habría podido hospedar embarcaciones de menudo tamaño; probablemente no era un lugar destinado a vacaciones. Decidí dar una vuelta, y una vez elegida al azar la dirección, me puse en marcha andando por la playa.
Hacía mucho calor y la humedad empeoraba la situación. El agua estaba tan limpia que me habría dado un baño, pero no me parecía el momento más oportuno, así que me adentré en el bosque que surgía a una decena de metros de la orilla del mar. Los árboles eran muy altos, y en el medio de ellos, la sombra proporcionaba un aire tan fresco que alimentaba en mí el deseo de proseguir en esa excursión. Un repentino crujir de hojas me dejó petrificado.
Había algo detrás de un matorral que no se atrevía a salir. Lancé un grito para estimularlo a moverse, y salió como un bólido un enorme jabalí que sin parar, desapareció de nuevo entre la espesa vegetación. Me temblaron las piernas durante varios minutos después del susto cogido.
Seguí fijándome en el mismo matorral, divisando un poste de hierro disimulado entre las hojas. Era alto por lo menos tres metros, y me era imposible ver el interior de la esfera de cristal oscuro puesta en su cumbre. Volví a moverme con más cuidado que antes, contemplando todo lo que surgía a mi alrededor, para darme cuenta de que eran varios los postes hincados en el suelo, y no podía imaginar su utilidad en este lugar.
Fui cogido de asombro al oír unos ruidos procedentes del interior del bosque. El miedo se apoderó de mí, pero la curiosidad era tan fuerte que me adentré más para descubrir de qué se trataba. El corazón me latía como nunca. A la medida que me subía la adrenalina, el miedo desaparecía. Ya me sentía un valeroso explorador; igual que Indiana Jones. Sólo tenía que moverme con cuidado; no debía hacerme descubrir, pero no transcurrió mucho rato desde el principio de mi misión, que ya estaba patas arriba; atado por los tobillos a la rama de un árbol.
– ¡Qué desastre! –pensé mirándome los pies. La decepción por el fracaso me volvió a la realidad:
– ¡Indiana Jones! ¡Ja! Incluso Don Quijote habría hecho mejor… ¡Un desastre! Eso eres, ¡un maldito desastre! –dije regañándome entre los dientes. Aún no había pensado en como librarme, que brotaron a mi alrededor unos chicos menores de edad riéndose de mí.
Me alivié ante esa situación que olía más a burla que a peligro; efectivamente, fueron muy amistosos conmigo. Me libraron enseguida de esa trampa, que como me explicaron más tarde, habían maquinado para la captura de jabalíes. La sangre me había subido a la cabeza por causa de aquella insólita postura.
Uno del grupo tuvo que sostenerme un rato para que no me cayera, y cuando me restablecí, recuperé la carpeta que se me cayó durante el vuelco y fui con ellos al campo. Recorrimos un sendero bien marcado en el suelo, por más de una hora, antes de dejar la sombra del bosque.
El cambio con la luz del sol fue violento, y tuve que protegerme los ojos para poder observar este extraño lugar. Habían sido cortadas unas cuantas plantas, para crear un enorme hueco entre la vasta vegetación por la que estaba rodeado: cinco carpas de distintos colores ocupaban un lado de este espacio y unas cuantas casetas el otro; al centro las mesas daban forma a un cuadro de rayas, y las mujeres, sentadas en ésas, se afanaban en varias tareas.
No veía alrededor muchos hombres. De repente, una mujer joven y guapa se acercó sonriendo como para darme la bienvenida a este campamento.
–Buenas días –dijo ella con una espléndida voz–. Lo siento mucho que no haya sido recogido por nadie en la playa. Ha sido un descuido. Pues, ¿ahora tiene hambre?
–Sí –contesté yo todavía incrédulo por lo que me estaba sucediendo.
–Venga entonces –dijo la joven–. La llevo a su asiento donde podrá comer un plato de arroz caliente.
–Muchas gracias, es usted muy amable –repuse yo.
–Es mi deber –comentó ella dirigiéndose hacia la mesa. Me hizo sentar en un asiento donde ya me esperaba la comida.
– ¡Qué aproveche! –dijo para despedirse.
– ¡Disculpe! –exclamé antes de que se fuera–. ¿Usted sabe algo sobre mi presencia en este lugar? Y sobre todo, ¿qué es este lugar? –pregunté esperando hubiera podido aclarármelo todo.
– ¿Pues, todavía no ha leído su documentación? –me preguntó extrañada.
–Si se refiere a ésta, aún no –repuse yo mostrándole la carpeta.
–Pues, tendría que leerla, y si le quedaran algunas dudas no tenga miedo a preguntar. De todas formas, yo vivo en la última caseta azul. Pero ahora coma que se le pone frío el arroz –dijo marchándose.
Comí con mucho gusto. Estaba hambriento como nunca. Habría comido mucho más que aquel único plato, pero no quise aprovechar de tanta hospitalidad, así que dediqué ese momento de descanso para satisfacer mi curiosidad: abrí la carpeta, saqué los papeles y empecé a leer:
PROYECTO ENOMIS EL PROYECTO ENOMIS, QUE TOMA EL NOMBRE POR SU IDEADOR, ES EL NUEVO SISTEMA CARCELARIO QUE PERMITIRÁ A LOS GOBIERNOS PARTICIPANTES EN ESTO, DE LIBERARSE DE LOS GASTOS DEL VIEJO SISTEMA QUE DESDE SIEMPRE HAN SIDO UN PROBLEMA ENORME PARA LA ECONOMÍA DE UN ESTADO. NUESTRA IDEA ES LA DE SACAR A LOS DETENIDOS DE LAS VIEJAS CÁRCELES PARA TRASLADARLOS A LAS ISLAS DEL PROYECTO, QUE HEMOS ELEGIDO DE GRAN TAMAÑO, CON EL FIN DE ACABAR PARA SIEMPRE CON EL PROBLEMA DEL ESPACIO. EL AUMENTO DE LA CRIMINALIDAD EN LOS ÚLTIMOS AÑOS HA MOSTRADO TODOS LOS LÍMITES DE CAPACIDAD DEL ANTIGUO SISTEMA, CAUSANDO LA LIBERTAD INJUSTIFICADA DE PELIGROSOS CRIMINALES, Y POR CONSIGUIENTE, CREANDO MUCHOS PROBLEMAS DE SEGURIDAD EN LA SOCIEDAD. LAS ISLAS ADEMÁS DIFIEREN ENTRE ELLAS POR VARIOS ASPECTOS QUE FACILITAN O DIFICULTAN LA SUPERVIVENCIA, Y POR ESO, HAN SIDO CLASIFICADAS EN CINCO NIVELES DIFERENTES; ASÍ QUE PODEMOS ELEGIR POR CADA DETENIDO, SEGÚN LA GRAVEDAD DEL CRIMEN COMETIDO, LA ISLA MÁS APROPIADA. USTED AHORA SE ENCUENTRA EN LA MÁS HOSPITAL DE LAS ISLAS (EL PRIMER NIVEL); SU TRASLADO Y DESTINO A OTRA DEPENDEN DEL CRIMEN POR EL QUE ESTÁ ACUSADO Y DESDE LUEGO DE LO QUE DIRÁ LA SENTENCIA JUDICIAL. EL COLLAR QUE LLEVA PUESTO ES UN SISTEMA DE SEGURIDAD CON EL QUE TRANQUILIZAMOS A LOS REBELDES. NO LO FUERCE PARA LIBRARSE DE ELLO SI NO QUIERE HACERSE DAÑO. BUENA PERMANENCIA.
Me quedé atónito y nervioso por lo que acababa de leer. Estaba en una cárcel y sin saber que había hecho para merecerlo. Seguí leyendo la página siguiente:
EL DÍA 15/06/2016, EL DETENIDO SIMÓN DE LA VEGA TENDRÁ QUE ACUDIR AL JUZGADO, DONDE DURANTE EL PROCESO DEBERÁ DEFENDER SU INOCENCIA. EL Sr. DE LA VEGA ES SOSPECHOSO DE SER EL AUTOR DE UN HOMICIDIO QUE TUVO LUGAR EL 12/05/2016 A LAS 10:30 DE LA NOCHE ANTE LA ENTRADA DEL EDIFICIO EL BARCO. UNA SEÑORA JURA HABER VISTO EL SUJETO EN CUESTIÓN, PASEAR CON AIRE SOSPECHOSO, EN ESTE LUGAR POCO ANTES DE QUE OCURRIERA EL DELITO. DURANTE LA ESPERA EL DETENIDO ESTARÁ BAJO CONTROL EN LA ISLA DE PRIMER NIVEL.
Repuse nerviosamente los papeles en su custodia. Intenté recordar lo que había hecho esa noche para dejar sospechas de haber cometido un crimen tan grave, pero aún era tanta la confusión en mi cabeza que no se me ocurrió ningún episodio significativo; entonces, para relajarme, di un paseo por el campo. Andando, me di cuenta de la presencia de una biblioteca.
Me acerqué intrigado, y mientras intentaba observar el interior, fui distraído por la ruidosa llegada de un grupo de hombres empeñados en arrastrar un pesadísimo jabalí. Parecían divertirse mucho, y eso me ayudaba a dejar de pensar en el asunto del proceso.
–Tal vez yo también iré de caza un día de éstos –pensé saboreando de antemano el placer de una nueva aventura. Llevaba un solo día viviendo en esta cárcel, y ya tenía la sensación de que iba a gustarme. Una nueva experiencia era lo que necesitaba para salir del estrés del trabajo. Antes del ocaso, me llevaron al dormitorio; me asignaron una cama en la carpa amarilla.
El interior era mucho mejor de lo que imaginaba. Estaba cansado, y esperaba con ansia el momento de acostarme. Por fin habría pasado una noche durmiendo sin ser molestado. El día siguiente, me informaron sobre mi tarea: habría trabajado en la cocina como lavaplatos.
No supe esconder mi decepción al enterarme de eso, ya que me esperaba algo de aventura. Sin embargo, me conformé con mucho gusto al ver que Sara, la hermosa mujer de la caseta azul, trabajaba ahí como cocinera. Un día acabada mi tarea, tuve la ocasión de hablarle.
– ¡Hola Sara! Enhorabuena por la comida; estaba riquísima –dije para entablar la conversación.
–Oh, gracias. Aunque creo que el jabalí ha tenido un papel importante en esto –contestó ella mostrando toda su modestia.
–Sara, perdóname –dije yo–. Pero quería hacerte una pregunta sobre la isla.
–Sí, dime, ¿qué quieres saber? –repuso ella.
–He leído la documentación sobre ese Proyecto Onemis. –
¿Onemis? ¡Enomis! –me interrumpió sonriendo.
–Sí, vale, Enomis, Onemis o lo que sea. Pero, estaba diciendo… ah sí, que he leído esa documentación, y me parece una buena idea la de trasladar a los criminales fuera de las ciudades, pero no entiendo cómo pueden sacar partido a todo esto los gobiernos.
–Sí, yo también me pregunté lo mismo cuando llegué aquí –siguió ella–. Yo no tenía nada que ver con el proyecto, pero este trabajo me parecía una buena oportunidad para salir del caos de la ciudad, y no me la perdí. Sin embargo, me informaron sobre todo lo que le concierne. Por ejemplo: ¿Has visto cuantos postes hay hincados por todas partes?
–Sí, sí, los he visto, por supuesto –contesté intrigado. –En ellos –prosiguió–, hay escondidas micro cámaras para vigilarnos en todo lo que hacemos, y muchos interesados pagan para verlo por un sitio de Internet.
– ¿Así que en este momento puede que alguien nos vea en directo? –contesté yo asombrado y avergonzado.
–Por decir la verdad –me explicó–, lo que ocurre en esta isla lo ven únicamente al centro de vigilancia, ya que hay menores de edad, y buena parte de los detenidos aún no han sido juzgados en un proceso. Además, en el primer nivel difícilmente puede ocurrir un hecho que guste a este público. Bien distinto es lo que pasa ya a partir del segundo hasta el quinto nivel donde hay criminales de la peor especie, y los problemas de subsistencia dan lugar a divergencias que acaban normalmente en disputas y peleas. No sabes cuánto disfruta la gente viendo vídeos de violencia.
De pronto empecé a preocuparme, pensando al proceso, por si acaso viniera declarado culpable de homicidio.
–Disputas y peleas –repetí en la mente lo que acababa de oír.
–Vale Simón, nos vemos más tarde –dijo Sara interrumpiendo mi breve reflexión–. Ahora me tengo que ir al trabajo. Hasta luego.
–Hasta luego, y gracias de verdad por tu información –repuse yo.
Y mirándola mientras que se iba, seguía pensando en esa increíble situación, y con ese pensamiento pasaron los días en el campo. No me daba cuenta de cuánto rápido pasaba el tiempo. Con mis nuevos amigos me sentía a mi gusto. Muchos de ellos no eran tan malos como uno podría pensar; es que, para salir de condiciones de vida muy desagradables, eligieron el camino más rápido y equivocado.
Entre todos, no eran muchos los que habían conseguido un título de estudio; sin embargo, probablemente por mérito de las dificultades contra las que lucharon durante la vida, parecían razonar mucho mejor que algunos licenciados que conozco. Desde que llegué al campo, nunca me faltó la ayuda de esa gente.
Me enseñaron también a tirar con el arco, y me dejaron participar incluso en una partida de caza, así que pude demostrar a mí mismo, porqué seguí fregando los platos; un desastre. Ya me había olvidado el asunto del proceso, hasta que un día, un militar vino a recogerme al trabajo para llevarme al despacho del director.
Lo seguí bastante preocupado sospechando cual era la motivación. Acercándome a la meta, reconocí a Sara que paseaba inquieta ante la puerta ya abierta del despacho. Me sorprendió mucho verla ahí. Al momento pensé que había venido al solo fin de saludarme, pero cuando le estuve más cerca, y pude verla en la cara, tuve un mal presentimiento.
Su sonrisa parecía tan forzada, que me dio la sensación de que algo malo iba a pasarme; y de la tranquilidad que esperaba encontrar por su mirada, no quedó ni la sombra. La saludé con voz muy temblorosa, tanto que no supe añadir ni una sola palabra a mi saludo; y ni siquiera una sonrisa para darle ánimo, para asegurarla de que no había nada de qué preocuparse, y que todo habría salido bien; pero la verdad, era que ella ya lo sabía todo; de esto estaba seguro.
Entonces sin detenerme un rato más, entré en el despacho, y ella detrás de mí hizo lo mismo. Miré al director que parecía alegrarse mucho al contrario de Sara.
– ¡Buenas noticias! –exclamó–. El verdadero culpable del homicidio se ha entregado a la policía confesándolo todo. Eres un hombre libre.
– ¿De verdad? –grité dichoso. No sabía que decir. La expresión de mi cara decía más que cualquier palabra. Me sentí aliviado. No soportaba la idea de ir a vivir con peligrosos criminales, pero tampoco la de pasar por un asesino.
Y mientras que yo me alegraba de la buena noticia, el director me libró del collar. Le fue suficiente teclear un código en su ordenador, que ese artilugio se abrió por su cuenta. Lo agradecí con un apretón de manos y me volví para abrazar a Sara, pero no pude ni verle la cara, que la cabeza me empezó a dar vueltas.
Me sentía tan raro. No comprendía lo que me pasaba; tal vez sin darme cuenta, me fue inyectado algo de droga en la sangre. De golpe me caí al suelo. No podía mover ni un músculo, y poco a poco perdí los sentidos.
– ¡Pronto, pronto, al quirófano! –oí decir antes de dormirme.
– ¡Drrr, drrr, drrr! – ¡Drrr, drrr, drrr! – ¡Dejadme, dejadme! –gritaba yo.
De repente volví a moverme, y aunque aún no veía nada, me sacudía con toda mi fuerza para librarme de algo extraño que se me había puesto encima, y no me dejaba respirar.
– ¡Drrr, drrr, drrr! Un ruido terrible y asordante me volvía loco.
Era insoportable. Sin embargo seguía intentando librarme de esa cosa, que sólo al despertarme, pude ver con claridad; dándome cuenta de que me encontraba en mi cama, bajo las mantas, mojado de sudor hasta los pies. Acallé el despertador con un manotazo, y seguí tendido intentando aflojarme un poco.
Estaba todo tan raro. No podía creer de haberlo soñado todo. Parecía tan real, o quizás era sólo el deseo de dar un cambio a mi vida que lo hacía tan real; sí quizás, de todos modos había llegado la hora de subir de la cama para ir al trabajo; y como si nada hubiera pasado me levanté, y me porté como de costumbre. Una hora después ya andaba por la calle. La misma rutina de siempre.
Un solo detalle se distinguía de lo normal, y no pude evitar de observarlo; un ramillete de flores estaba muy bien ubicado al margen del andén. –No recuerdo ningún accidente en esta calle –pensaba yo apresurando el paso con la cabeza ya empeñada en los asuntos del trabajo.
Fin

EL LEÓN AZUL


Una vez escuché una canción tan bella que me recordó a mi pequeño hermano. Al caminar por el caos que fue mi vida, mi pequeño hermano me decía que ya tenía hambre y yo al mirar aquellos profundos ojos, su pequeña cara sucia y su cabello, todo despeinado, sólo pude presionar fuertemente su mano y decirle “espera un poco más”.- Ya llegaremos a casa, solo eso. Todos los días me arrepiento de decirle eso. Le hubiese dicho:
-Hermano te quiero -vivir con esas palabras dentro de mi corazón, me hacen sentirme muy triste y las lágrimas me empiezan a salir.
Esta historia es una que comienza con un adiós y termina con un hola, la historia trata de un sueño que siempre vivirá dentro de mi corazón.
-Chicos levántense van a llegar tarde a clases otra vez – nos dijo mamá.
-Sólo un poco más -Dijimos mi hermano Miguel y yo. Es viernes, al fin he esperado este día hace bastante tiempo, papá está de viaje debido a su trabajo y mamá hoy ira a visitar a unas tías que tiene al otro lado de la ciudad. Al fin soy tan feliz, hoy me convertiré en un hombre, porque alguien tendrá que llevar la llave de la casa, así que es obvio que ese seré yo.
“ Ehhh y más ehhh” gritaba de felicidad. Hace mucho tiempo que había esperado este día. Al fin me convertiría en una persona mayor con responsabilidades. Esperen a que los chicos de mi clase la vean, este era mi nuevo poder, para un niño de ocho años tener la llave de tu casa es algo que te hace muy importante entre los chicos de mi edad. Carolina me invitará a su casa. Carolina es la niña más popular de la escuela, muchos dicen que es la niña más linda de todo el mundo.
Estar al lado de ella, mmm, seria todo un sueño hecho realidad. Y esta llave me abriría la puesta a la felicidad. Soy tan feliz… Daniel no dejará de decir ohhh y mas ohhh y por qué no mas ohhh. Raúl sentirá envidia y Verónica me dará un poco de su lonchera…jijiji. Y la profesora Patty dirá
– “Rai ya eres todo un hombre”. Es que para un niño de mi edad, tener la llave de su casa es poder, poder que yo sabré utilizar muy bien. Lo he preparado todo desde ayer, he limpiado la casa, hay helado en el refrigerador, las sillas de la cocina las puse en la sala . Cuando sean las tres, jugaremos a las escondidas, a las tres y treinta comeremos helado de vainilla (mi favorito, no me gusta el de plátano) después miraremos tele y después uhmm y más uhmm que haré después, aun no lo sé lo pensaré después decía dentro de mí. Bien, ya terminamos de desayunar, ha llegado la hora “¿mamá no tienes algo para mi?” le dije con una enorme sonrisa en el rostro y con mis ojitos todos brillosos.
-Si hijo toma tu lonchera, ya sabes termínala despacio. -
No mamá es algo más.
-Ah ya sé lo que es ¿cómo pude olvidarme? (si al fin llego la hora, me lo va a dar) muaaa y muaaa y un abrazo mas ¿algo más hijo?
-No es eso mamá, es algo más.
-¿Algo más que será? Miguel ya es tarde ¿acabaste tu desayuno hijo?
-Si mamá, si ya lo acabe – gracias. (Miguel era mi hermano menor, el solo era un niño tenía seis años).
-Rai, Miguel se ha portado muy bien y su profesora dice que es un niño muy responsable, por favor deja que tu hermano lleve la llave ¿si?, además el sale temprano, la próxima vez te tocará a ti hijo.
- Pero, pero mamá. – El es menor que yo, la puede hacer perder-dije para defender mis intereses.
-No es cierto no la perderé mamá, la cuidaré muy bien- dijo Miguel para defenderse.
-Pero mamá, vamos mamá (insistí, tenía que premiar mi insistencia pensé) Pero mamá, pero mamá
-Pero nada Rai hoy Miguel la llevara de acuerdo y la próxima vez tú… (Era difícil discutir con esa señora). El es tu hermano menor y tú tienes que cuidar de él.
-De acuerdo, si mamá – dije con tono de resignación.
- Si le dejas a Miguel llevar la llave traeré un pastel de chocolate. -“Wauuu wauuu” -dijimos en coro.
- Un pastel deberás mamá. -
Si niños.
- Pero mamá yo quiero el pedazo más grande ¿si?
-Ya está bien pero vayan que se les hace tarde niños.
-Si chau mamá -gritamos en coro yo y Miguel y nos fuimos corriendo pensando en el premio que mamá nos traería. Ya casi cerca de llegar a la escuela me acerque a Miguel y le dije
– ¿Oye Miguel me dejas ver la llave? -No es mía, tu me la quitarás Rai.
- No, no lo haré. En serio no lo haré-
-Ya está bien pero solo un rato sí. Ehhh y salí corriendo con la llave en mi mano, le había quitado la llave a Miguel. Aún recuerdo que el corrió tras de mi gritándome para que se la devolviese.
-Rai devuélvemela, mamá me la dio.
-Por favor solo préstamela. Si lo haces te daré mi pedazo de pastel si Miguel.
-Está bien Rai pero no lo olvides y llega temprano. Gracias le dije y Salí corriendo me sentía el rey del mundo. Estaba en clases y no podía esperar a que el reloj dieron las doce, ya había llegado el receso y faltaba tan poco que no aguantaba más, pero decidí dejar lo mejor para el final. Miguel de repente llegó a mi salón, yo pensé que venía a quitarme la llave
– Rai me siento mal acabo de discutir con Diego (Diego es el niño maloso de su salón). Miguel decía que había visto un león, pero hasta yo sé que eso es mentira porque siempre andaba con él y estoy seguro que nunca en nuestras vidas lo vimos, pero no hay que olvidar que el solo era un niño y yo en cambio ya era todo un hombre.
-Miguel sabes yo también vi un león y era de color azul, nadaba por el mar, corría con las estrellas.
– ¿Es verdad eso Rai?
-Si Miguel dime ¿cuándo te he mentido?- al mismo tiempo que le decía eso a mi pequeño hermano le mostraba los dientes en señal de confianza-
-Siii – dijo – Miguel de un grito, Rai dime ¿en dónde lo vistes? Dime ya
– Pues lo vi en la casa de la señora Gonzales, ahí lo vi le dije –
-¿Estás seguro Rai? y moviendo la cabeza le dije sí.
-Hay pero ¿qué hace mi león ahí?  tan pronto salga iré a recogerlo, pobrecito debe tener mucha hambre.
-Uhmmm mejor tómale una foto ¿no crees Miguel así te creerán los demás niños?
- Tienes razón Rai pero no traje la cámara de papá.
-Veamos qué podemos hacer ¿trajiste tus lápices y cuaderno de dibujo Miguel?
-Si los traje hermano, entonces solo ve y dibújalo será mejor que una foto.
-¡Si qué buena idea Rai, hoy saldré temprano ya Rai vienes temprano a casa sí!
-Si lo prometo estaré temprano en casa Miguel – niños – se lo creyó jajaja no puedo parar de reírme un león azul para creerse semejante mentira uno tenía que ser un niño jajaja.
Y llego la hora tan esperada el reloj de la clase ya pronto darían las doce, faltaba tan poco y ya era la hora esperada así que me pare sobre mi mesa sujete la llave en lo alto y grite: -Hoy tengo el poder, quien quiera ir a mi casa que forme una fila delante de mí -Todos voltearon y me miraron y gritaron en coro “yo, yo, yo”.
Había pasado todo lo que había planeado. Al salir de la escuela me fui a comer unos helados con mis amigos, recuerdo que durante el viaje nos la pasamos gritando de felicidad, pensaba que este era el mejor día de mi vida, estaba tan feliz, nunca imagine que no volvería a sonreír en mucho tiempo.
Cuando llegamos a casa vimos a Miguel durmiendo en la entrada de la casa. Dios me había olvidado que él salió temprano de la escuela su piel estaba muy clara, tenía mucha fiebre y su respiración era muy lenta, mis amigos al verlo me ayudaron a llevarlo hasta su cama. Me dijeron que lo cuide, que se tenían que ir yo les insistí para que se queden, pero no me escucharon, niños aun eran unos niños también, me enfade mucho con Miguel me acerque a su cama y le grite:
-Gracias arruinaste mi día, muchas gracias hermano -Y me fui a mirar televisión.
En ese momento admito que era todo un tonto, el campeón de los tontos. Conforme la noche pasaba me sentía culpable de lo que le había dicho. Me acerque a su cama y le dije “Miguel lo siento estaba enfadado perdóname si hermano”, pero el parecía no escucharme me acerque más a él y me di cuenta que la fiebre había aumentado me asuste mucho jamás lo había visto así de mal.
Le dije “Miguel te mentí nunca he visto un león y menos uno de color azul”, él sólo me miro y cogió su mochila, sacó su cuaderno de dibujo y me mostró el dibujo de un león azul “sabes Rai lo he visto y mira lo dibujo ahora si todos podrán creerme”. Me asuste mucho y solo le dije – “¿y qué hiciste? -Pues lo invite a casa pero el perro del vecino lo asustó y se fue volando, es una lástima yo quería que tu también lo vieras Rai, por más que le llamaba el no me oía.
Esa noche me dormí a su costado, no hacia esto desde ya mucho tiempo… Muy de noche llego mamá con el pastel de chocolate como lo había prometido “mamá Miguel está enfermo muy enfermo” – le dije.
Mamá corrió hacia la cama de Miguel muy asustada lo abrazó y besó, ¿cómo pasó esto Rai? -Es mi culpa mamá yo le quité la llave y el llego temprano se había quedado dormido afuera mamá –le dije con lagrimas en mis ojos.
-Ya calma hijo todo está bien – me dijo ella. Al día siguiente me fui a la escuela apresurado, Salí corriendo tan de prisa que olvidé despedirme de Miguel y de mi madre. Cuando estaba en clases todos me preguntaron por la salud de Miguel – mamá lo está cuidando el estará bien, les decía ¡”Qué bueno”! decían todos en coro, incluso Carolina me preguntó por él.
Era todo un sueño hecho realidad. Yo y la niña más linda de todo el mundo. Al fin se lo que es la felicidad, estaba tan feliz Dios, pero fue en ese momento en que Raúl, se paró en la misma mesa que yo me había podado solo hace poco, y grito: -Hoy yo tengo el poder, tengo la llave de mi casa, quien quiera venir conmigo que forme una fila frente a mí-
Y todo el salón grito en coro, yo, yo, yo… Raúl me miró y me dijo – ¿no quieres venir con nosotros? y yo le dije, “no, no puedo tengo que cuidar a Miguel” todos dijeron era una lástima para la próxima será Rai. No lo entiendo, ayer me sentía el rey del mundo y hoy simplemente no era nada.
En el camino a casa pensaba en como pedir disculpas a mi hermano. Cuando llegue a casa no pude encontrar a nadie, mi vecina salió de su casa con la llave de mi casa y me dijo
– “Miguel se puso peor, tu madre tomó un taxi y se lo llevó al hospital. Espera a tu papá vendrá pronto tu mamá lo ha llamado”. Ese día estuve pensando en Miguel, sus recuerdos no salían de mi mente no sé porque pero tenía mucho miedo. Cuando me dirigí a su cuarto, encontré sobre su cama su cuaderno de dibujo.
Siempre había querido revisarlo pero el rara vez me dejaba hacerlo, entre las hojas encontré el dibujo de su león aun le faltaba un poco para terminarlo de seguro lo acabaría a su regresa, pensaba dentro de mí. Muy de noche llegaron mamá y papá, les pregunté por mi hermanito me dijeron que tenía una mala enfermedad.
No querían decirme lo que tenia solo me repetían que él estaría bien, ¿por qué me trataban como un niño? mamá se llevo sus cosas y las de Miguel ella iba quedarse en el hospital esa noche y papá se quedaría conmigo. Apenas se fue mamá, papá se abalanzó sobre y me abrazó como hace tiempo no lo hacía, me dijo que debía ser fuerte, nunca antes había visto llorar a mi papá eso me hacía sentir algo dentro de mi.
No quería llorar, me esforzaba por no hacerlo ya que sólo los niños chiquitos y las niñas lloran y yo ya no era un niño sino todo un hombre. Siempre había notado a mi papá muy grande pero el día de hoy note a ese hombre grande volverse un niño. Papá se quedo en casa, dejo de trabajar y mamá solo venía de vez en cuando para darnos noticias de Miguel. Así los días transcurrían, nunca me imaginé que mi papá se convertiría en mi mejor amigo.
Nos pasábamos jugando todos los días, yo se que él necesitaba distraerse mucho. El día de ayer papá me llevó a volar cometas de papel que hicimos nosotros mismos, pobre de él se quedó todo el día parado y enseñándome pero yo era tan malo que mi cometa jamás alzo vuelo.
Hoy mamá me dijo que Miguel quería verme, yo y papá gritamos de emoción al fin veríamos a Miguel, yo quería pensar que todo sería como antes, este si era un buen día vería a mi hermano este si tenía que ser mi mejor día. Antes de irme a dormir me dirigí a la habitación de Miguel, tomé su cuaderno y vi su león ¡vaya lo hizo bien! Es una lástima que le faltó terminarlo me decía, hubo una idea que nació en mi – quizás el se ponga mejor si es que yo lo termino – y me puse a pintar y adornar su dibujo. Y me repetía cuando él lo vea mañana se pondrá muy feliz.
Pensaba que iríamos a recoger a Miguel como lo hicimos antes cuando él nació. Y llego el día tan esperado mamá y papá me dijeron antes de entrar a ver a mi hermanito que debía no debía hacer mucho ruido y que no le hiciera muchas preguntas ni diga nada que lo haga sentir mal y moviendo mi cabeza les dije que sí.
Por fin esta era la segunda vez que estaba en un hospital y estaba muy emocionado, tenía que verlo todo con cuidado, porque pensaba contarles de mi viaje en el hospital a todos los chicos de la clase. Nos paramos frente una puerta, y todos sujetados de las manos abrimos esa puerta, cuando la abrimos vimos a Miguel se veía muy delgado y muy pequeño, no dejaba de taparse bajo las sabanas de su cama, para que no lo viéramos.
Mamá y papá me dejaron solo con Miguel querían que hablemos, decían que él lo necesitaba mucho pero en realidad el que necesitaba hablar con él era yo, porque aun no terminaba de disculparme por la mentira que le dije.
-Miguel acércate Se acercó a mí con mucho cuidado y se descubrió su cabeza, me asuste mucho de su hermosa cabellera suave paso a no tener ningún solo pelito en su cabecita. Entonces le dije “wauuu Miguel tu sí que tienes suerte mira ahora no vas a tener que peinarte y tampoco tendrás que lavarte la cabeza, jajaja” y los dos reímos juntos.
-Miguel arreglé tu habitación.
-¿En serio lo hiciste Rai? Yo, con una expresión de orgullo y seguridad le dije que si, no dejaba de repetirle
– Ya verás cuando regreses a casa papá y yo hemos trabajado duro para arreglarla – Note una expresión muy triste en el rostro de Miguel y me quede en silencio.
-Rai tengo miedo, no sé lo que me pase, yo quisiera ser tan fuerte como tú lo eres, siempre te admire no quiero que mamá y papá sigan tristes y menos de que sigan gastando tanto dinero en mi. Yo se que el dinero que tenemos no es suficiente.
Vaya no lo podía creer yo siempre había pensado que Miguel era solo un niño pero hoy supe que el ya se había vuelto todo un hombre. Yo sólo atiné a mover la cabeza y a sonreírle
– Miguel ¿sabes? Cerca al colegio están construyendo un parque cuando salgas de aquí prometo que te llevaré.
- ¿En serio lo harás Rai? – dijo mi hermanito muy emocionado.
– Si, si lo hare – le dije – mi hermano estaba muy feliz. Nadie podría decirle que no a un niño tan lindo como él lo era.
De repente entraron papá y mamá gritando “feliz cumpleaños Miguel”, esto era toda una sorpresa que guardábamos para él, cumplía siete años, -Toma Miguel- le dije sacando de mi mochila su cuaderno de dibujos
– ¿Sabes? lo he terminado espero que te guste.
-¿Así como lo hiciste, tú también los viste? Yo quería decirle que no que en verdad le había mentido pero no fui capaz de decírselo y solo pude decirle.
– Si lo he visto, es más lo traje a la casa y está justo ahora echado en tu cama. Quiere conocerte Miguel, sabes me dijo que está ansioso de que te subas en él para llevarte a volar por todo el cielo.
-¿Y cómo lo trajiste? aún no entiendo.
-Es que la otra noche dejé la ventana abierta y él estaba en ella, entonces lo invite a entrar y desde ese día siempre cierro la ventana para que no se vaya.
-Rai dale de comer ¿si?
– Si Miguel lo hago siempre todos los días
– Cuando salga de aquí iré a un viaje con mi león. -Rai mira el dibujo está brillando parece real
-Si es increíble grité -Pero cuando vi el rostro de Miguel yo note qué él quien estaba llorando. Yo solo grite “wauuu no sabía que yo era tan buen dibujante”.
Miguel era mi mejor amigo, eso era algo que nunca admitía, pero él era mi mejor amigo. Amigos son los que pueden verse y hablarse cuando ellos lo desean. Amigos son los que están cerca cuando se necesitan, amigos son los que se ayudan cuando tienen dificultades, amigos son los que ahora hacen lo que antes no hicieron.
Papá y mamá llegaron a la habitación con un enorme pastel de chocolate, esa tarde la pasamos muy bien, no recordaba días como este, el día que Miguel entro al hospital nuestras vidas cambiaron ya nada era lo mismo. Apenas llegue a casa me eche a dormir, esa noche tuve un sueño muy extraño, la ventana se habría y entraba el león azul y sobre el león iba mi hermanito y los dos juntos se iban volando por el cielo y me repetía, que envidia siento por él.
Ese sueño nunca he podido olvidarlo. Miguel nos dejó dos meses después de sus cumpleaños, se fue con su león y no volvió nunca más a casa. Ha pasado el tiempo y aún espero que regresen por mí, me lo prometió él y sé que el siempre cumple sus promesas. Yo me quede en casa cuidando de papá y mamá y viví por él y por mí, cuando les pregunte por el ellos solo me decían que el destino nos lo había quitado y otras veces que estaba muy enfermo.
Nunca quisieron decirme que enfermedad tenía, no por malos sino porque tenían miedo. Yo los miraba y les decía que él no había muerto, que había venido en la noche y se había ido volando con su león azul. Ellos sólo me abrazaban y secaban mis lágrimas. Yo se que ese león existe porque Miguel me lo dijo, yo sabía que no vería a mi hermano en mucho tiempo, es por eso que esa canción me recuerda a él y sus sueños y hoy se que siempre seré un niño, y soy muy feliz de saberlo, soy un niño, así pase el tiempo siempre lo seré.
Esta es mi historia es una como dije que empieza con un adiós y termina con un hola. Te quiero hermano… Y espero pronto por ti y tu león azul…
Yo, quiero que me perdones por las veces en que dije no creerte, te amo hermano.
En la mitad de la estación cambiante, siento como los días se hacen más largos en la neblina de estos tiempos. Tú y yo pintamos nuestros sueños juntos un día.
Soñamos con un mundo de amor junto a los vientos de marzo, si una flor florece en primavera porque no puede florecer en el otoño o invierno, pequeñas luces se esperanza flotan por este viento, calentando la mañana poco a poco, a tu lado yo no siento miedo, me siento el rey del mundo y no hay nada que me detenga. Ahora estoy aquí de pie en la entrada de un mundo nuevo.
Gracias, me hiciste darme cuenta de que no estaba solo. Cuando cierro los ojos te veo y cuando los abro deseo verte de nuevo, me has ayudado a llegar a ser fuerte.
Yo también quiero hacer lo mismo por ti Cuando cierro los ojos te veo y cuando los abro deseo verte de nuevo, me has ayudado a llegar a ser fuerte. Yo también quiero hacer lo mismo por ti…
Fin

LA PRINCESA Y EL DELFIN


En un reino lejano ubicado entre valles y montañas había un rey que tenia una hermosa hija. La esposa del rey había muerto al nacer la niña y esto hacia que el rey se sintiese muy triste. El tiempo pasaba y la pequeña princesa crecía y cada día se ponía más y más bella. Un día la princesa le preguntó a su padre.
- ¿Padre, y cómo era mi madre? Y él le respondió….era una mujer muy bella como tu y muy buena también. ¿Y podrías encontrar otra mujer así como ella para que sea mi madre? El rey respondió…por supuesto que si, lo que tu me pidas hija mía. Así el rey quedó pensando donde encontraría una mujer tan bella y buena como su esposa y al final del día tuvo una idea…enviaría emisarios a los reinos vecinos para informar que necesitaba encontrar una esposa para que sea su reina.
Los emisarios del rey partieron a cumplir sus órdenes y así los otros reinos se interesaron en la propuesta del rey. En uno de los reinos vecinos existía una bruja malvada y ambiciosa que cuando supo de esto pensó…yo seré la nueva reina y ese reino será solamente mío. Así los días pasaron y el rey anunció que daría un baile para que las princesas de los otros reinos asistan y así ese día escoger a su nueva esposa.
Cuando el día del baile llegó, varias princesas estuvieron allí, ansiosas de ser elegidas por el rey y así convertirse en la nueva reina. Como era de esperarse la bruja también estuvo ese día en el baile y al momento de saludar al rey le puso un encantamiento para que él la elija a ella y no a otra.
Una vez bajo el hechizo de la bruja, el rey anunció su matrimonio con la hechicera sin saber la clase de mujer que era. El tiempo pasaba y la hija del rey también crecía. Un día mientras montaba su caballo por los prados del palacio, se encontró con un joven campesino quien la saludo muy amablemente.
Ambos jóvenes quedaron impresionados el uno con el otro. El joven quedó maravillado con la belleza de la joven princesa y ella estaba encantada con la fuerza e inteligencia del joven. Estuvieron conversando por horas hasta que la joven princesa se dio cuenta de lo tarde que era y se despidió. El joven le pidió acompañarla hasta el palacio a lo cual la joven princesa accedió. La caminata fue algo larga y a pesar de estar con su caballo la princesa prefirió caminar junto al joven. Una vez en el palacio el joven le preguntó a la princesa si la podía ver nuevamente y ella le dijo que también le gustaría verlo otra vez.
Los jóvenes quedaron en encontrarse al día siguiente en el mismo lugar donde se conocieron. El día siguiente llegó y los jóvenes se encontraron como habían quedado. En el prado ambos conversaban sobre las cosas que les gustaba hacer y se dieron cuenta de lo mucho que tenían en común. Cuando la tarde llegó, el joven acompañó a la princesa nuevamente al palacio y nuevamente quedaron en verse al día siguiente.
Esta rutina se repetía día a día sin que los jóvenes se aburran. Así un día de esos, el joven campesino confesó a la princesa que estaba enamorado de ella y que la quería. ¿Te gustaría ser mi esposa algún día? Le preguntó a la joven princesa y ella respondió…si, me gustaría. Ambos jóvenes estaban enamorados y su amor no les hacia ver las diferencias que existían entre ellos. Un día en que la joven princesa, mientras almorzaba con su padre, y su madrastra, se enteró de algo que el destino tenía reservado para ella como pasaba en cualquier reino en esos tiempos.
- Hija mía -le dijo su padre- en un par de años ya serás mayor de edad y tienes que tener un esposo y una familia, además como futura reina debes asegurar un heredero al trono. Yo ya soy mayor y tu eres mi única heredera es tu deber seguir con nuestro linaje. Cuando la reina escuchó esto del rey se enfureció.
Ella estaba segura que a la muerte del rey ella seria la única reina en el palacio pero cuando supo que la heredera al trono era la princesa empezó a pensar en un plan para eliminarla. Al igual que la princesa, en los otros reinos también había jóvenes príncipes que estaban en edad de casarse, entonces la bruja pensó que si casaba a la princesa con uno de ellos esta se iría a su nuevo reino dejándole el camino libre para que ella se convierta en reina.
Mandó a varios emisarios a los reinos vecinos ofreciendo la mano de su hijastra. Varios reyes estaban interesados, pero entre uno de ellos había uno en especial pues era también un hechicero que tenia planes malvados al igual que la reina. Un día la reina y el hechicero se reunieron en secreto y acordaron unir en matrimonio a los jóvenes. La reina comentó sus planes con el rey, quien le respondió que estaba bien pero que él dejaría que la princesa escoja a su futuro esposo.
Esto enfureció a la reina quien se retiró a una habitación secreta que tenia en el palacio para preparar una poción mágica para dársela al rey y que éste haga lo que ella quisiera. Una vez que tuvo lista la poción. Se la dio a beber al rey y este cayó bajo su embrujo. En la noche mientras cenaban la reina le dijo al rey, esposo mío, ¿por qué no anuncias de una vez a la princesa lo que has decidido? ¿De qué habla vuestra esposa, padre mío? Preguntó la princesa.
- Hija mía, te comunico que ya he elegido un esposo para ti. Se casarán y ambos viajaran a su reino donde vivirás con el y tendrás tu familia y acá mi esposa cuando yo muera será la única reina. Pero padre mío, pensé que yo elegiría a mi esposo, yo quiero casarme por amor y no por conveniencia. Además ya hay alguien en mi vida, es un buen hombre, me ama y yo lo amo y es con él con quien me quiero casar. ¿Y quién es ese príncipe? Preguntó la reina. No es ningún príncipe, pero lo importante es que es bueno y me hace muy feliz. Ya lo conozco hace varios años y quiero que el sea mi esposo. Por favor, padre apóyame. ¡Jamás! Dijo la reina. Te casarás con la persona que ya elegí para ti y las cosas se harán como yo diga. Dijo la reina. La princesa, triste empezó a llorar y salió corriendo del salón donde estaban.
Cogió su caballo y cabalgo hasta unos acantilados donde a veces salía a pasear con el joven campesino. Una vez ahí, la princesa empezó a caminar por la orilla del mar, desconsolada por lo que le hacían su padre y la reina empezó a hablar en voz alta. Mar, dijo si escuchas lo que te digo, dime ¿Qué puedo hacer? Entonces se escuchó un gemido que se hacia cada vez mas fuerte. De pronto la princesa escuchó una voz que desde lo lejos la llamaba. Princesa, camina y entra al mar. No tengas miedo, estoy aquí para ayudarte. La princesa obedeció a la voz que le llamaba y entro al mar.
Una vez ahí, sintió algo que se movía cerca de ella. A ver con atención se dio cuenta que era un delfín. El delfín sacó su cabeza del agua y le dijo: joven princesa, yo puedo ayudarte. Tu padre está bajo un hechizo que le puso tu madrastra. Ella es una bruja que también lo encantó para que se case con ella y ahora quiere deshacerse de ti para quedarse con tu reino. Regresa mañana a este mismo lugar a esta misma hora, ven con tu joven amor y les diré cómo los voy a ayudar.
Al día siguiente la princesa y el joven campesino acudieron a su cita con el delfín. Una vez en el mar el delfín apareció ante ellos y les dijo. La bruja no podrá hacerle daño a la princesa una vez que ella sea mayor de edad. Al nacer un hada buena te puso un encantamiento de protección. Tú serás la reina y serás feliz, pero tendré que ocultarte para que la bruja no te encuentre y una vez que seas mayor regresarás a tu reino y reclamarás lo que te pertenece. Pero, ¿Qué será de mí sin ver a mi amada? Preguntó el joven. No te preocupes, dijo el delfín. Cada vez que desees verla ven a este mismo lugar y te llevaremos con ella.
El joven y la princesa accedieron a la propuesta del delfín y acordaron que harían ese sacrificio hasta que la princesa pueda retornar a salvo a su reino. Una vez que las cosas quedaron claras el delfín le dijo a la princesa, joven princesa, abrázate a mi cuerpo que ya es hora de partir. Y así paso. La joven puso sus brazos alrededor del delfín y éste se fue nadando llevando a la joven con el mientras el joven campesino veía como se alejaban en el horizonte. Al día siguiente de la partida, el joven regresó al mismo lugar. Ahí gritó: delfín amigo, llévame con mi amada.
Entonces, apareció el delfín quien le dijo, hola joven amigo, acá estoy con esta tortuga para llevarte a ver a tu amada. La tortuga luego hablo y le pidió al joven que suba en su caparazón y este así lo hizo. Luego, la tortuga con su carga emprendió el viaje a una isla secreta encantada. Una isla que nadie sabia de su existencia, ahí la princesa estaba esperando a su joven amado. Al verse ambos jóvenes corrieron a darse el encuentro y se abrazaron fuertemente. Ahí permanecieron por horas conversando, caminando y haciendo planes. Al ponerse el sol, la tortuga llamó al joven para regresarlo al la costa.
Este viaje se repetía día tras día. Mientras tanto en el palacio, la bruja no sabía nada de la princesa y como el rey estaba embrujado no notaba su ausencia. Preocupada la reina por que el tiempo para que la princesa sea mayor de edad se acercaba envió a varios de sus espías para que la buscaran en el reino y por los reinos vecinos también. El primer lugar en buscar fue la casa del joven campesino pero la búsqueda fue en vano pues no encontraron a la joven ahí. Un día uno de los espías de la bruja se dio cuenta que el joven salió de su casa y fue a los acantilados.
Ahí el espía esperó a ver si aparecía la princesa pero lo único que vio fue al joven entrar al mar y desaparecer. Cuando el espía le contó esto a la hechicera ésta lo envió nuevamente para que lo siga y vea hacia donde se dirigía el joven. Para esta misión la hechicera le dio una poción al espía para convertirlo en cuervo y así el joven no se diera cuenta que era seguido. Cuando una tarde el joven se encontró nuevamente con la tortuga y emprendieron el viaje hacia la isla encantada donde la princesa estaba escondida, el cuervo los siguió volando sigilosamente sobre ellos.
Una vez que supo el paradero de la joven voló a contarle a la hechicera el resultado de su misión. Está bien, dijo ella. Allá lejos donde esta no será un peligro para mis planes. Al llegar el joven a la isla la princesa le esperaba feliz. ¿Qué sucede amada mía? Te noto mas emocionada que otros días. La joven le respondió “amado mío, la felicidad que siento es infinita y será así también para ti cuando escuches lo que te tengo que decir”. Pues dímelo de una vez, le dijo el joven. Lo que sucede es que tendremos un bebé. Cuando el joven escuchó estas palabras de la princesa se emocionó tanto que salieron unas lágrimas de sus ojos. No te preocupes amada mía pues estas lágrimas son de felicidad.
Los meses pasaron y un día el bebé de la princesa nació. Era un bello varón que tenia los ojos de su padre y el color de los ojos de la madre. El delfín, la tortuga y otros animales que vivían en la isla encantada llegaron para felicitar a la joven princesa. De pronto, vieron como de la superficie del agua aparecían unas burbujas y una luz muy brillante. Era un hada del mar, quien llego para darle un regalo al bebé.
El regalo era un encantamiento de protección contra el mal de la bruja y todo el mal que existiese cerca de él. Los meses pasaban y el bebé crecía y se hacia mas bello. Los jóvenes padres estaban muy felices. Un día la hechicera pensando en lo que la joven princesa estaría haciendo mando nuevamente a su cuervo espía a que investigue. Sorprendido quedó el cuervo cuando al sobrevolar por la isla vio a la joven princesa con un bebé en sus brazos.
Cuando el cuervo le contó a la hechicera lo que había visto esta se enfureció y a la vez se preocupo pues ese bebe aseguraba el linaje del rey y así la princesa una vez que cumpla la mayoría de edad reclamaría el trono. La hechicera ordenó al cuervo que regrese a la isla y robe el bebé. La orden fue cumplida y el cuervo le arrebató el bebé de los brazos a su joven madre y se lo llevó a la bruja quien lo escondió en un lugar secreto.
La princesa desconsolada llamó al delfín y este fue a buscar al hada del mar. Cuando llego el hada al llamado del delfín le dijo a la princesa “no te preocupes querida yo me encargare de recuperar a tu hijo”. El hada llamó a un ave que volaba por la isla y le dijo que viaje a la playa y junte un grupo de aves de mar y tierra y busquen al bebe de la princesa. El ave cumpliendo el pedido del hada voló y encontró a un águila que estaba en el acantilado.
Le dijo “amiga águila, el bebé de la princesa ha sido robado y tenemos que encontrarlo pues quien lo robo es una malvada bruja. Está bien, te ayudaré. Hablaré con otras aves para buscarlo hasta que lo encontremos. Así varias aves empezaron a buscar al bebe hasta que un día un halcón que volaba por el palacio vio a la hechicera que subía a una de las torres. Al acercarse pudo ver que en esa habitación estaba el bebé.
Inmediatamente llamó al águila para contarle y ver la manera de recuperar al bebé. Al día siguiente el águila y el halcón volaron al palacio. Cuando la bruja subió a la torre el halcón entro volando a la habitación y empezó a volar sobre la cabeza de la bruja. Mientras ella trataba de liberarse del ataque del halcón el águila entro a la habitación y muy delicadamente cogió al bebe y lo llevo hasta la isla encantada. Cuando la princesa y el joven campesino vieron que el águila se acercaba a la isla con su bebé en sus garras empezaron a reír de felicidad.
El águila suavemente entrego al bebe a la princesa y ella le dio un beso en la frente. Agradeció al águila y a todas las aves que ayudaron a rescatar a su bebé. El hada del mar llego para ver al bebe y al mismo tiempo advertir a los jóvenes padres que la malvada hechicera no quedaría conforme con haber perdido al bebé. Ahora tenían que estar alerta pues la malvada intentaría robar al bebé nuevamente. Tal como lo predijo el hada, un día la malvada bruja se convirtió en un águila arpía para robar al bebé.
La princesa estaba sentada en un cojín de algas flotantes con su bebe en brazos cuando de pronto al águila se aparece volando sobre ella. La princesa al ver al ave acercándose abrazó a su bebé fuertemente. Al águila se abalanzó sobre el bebé y justo instantes antes de atraparlo en sus garras por debajo de la princesa aparece el delfín que impulsándose con su cola empuja a la princesa y esta cae sobre el lomo de otro delfín que estaba atento a la maniobra.
Como el águila venia bajando rápidamente no advirtió el movimiento y no pudo hacer una maniobra para evadir la gran boca de una ballena que esperaba debajo del cojín de algas. Así el águila quedó atrapada en la boca de la ballena. La ballena luego se sumergió y trago agua y con esta se trago a la bruja que quedo para siempre atrapada en el estomago de la ballena. Pocos días después de esto la princesa cumplió la mayoría de edad y con ayuda de la tortuga y el delfín regreso al acantilado donde años atrás la recogieron para partir a su refugio.
Ahí la esperaba el joven campesino con una carroza tirada por un par de caballos blancos, la princesa subió con su bebe en brazos y salieron rumbo al palacio. Al llegar al palacio la princesa, el joven y el bebé entraron al salón principal donde estaba su padre el rey. Este al ver a la princesa con el bebe en brazos quedo sorprendido. Padre mío este es mi hijo, el heredero al trono y quien continuara con nuestro linaje y este es el padre de mi hijo con quien deseo casarme.
El rey quien ya había salido del embrujo de la hechicera les dio su bendición y ordeno que se celebre la boda y se prepare una gran fiesta para festejar el retorno de su amada hija y el nacimiento de su nieto. Así la familia real unida nuevamente y con dos nuevos miembros empezaron una nueva vida llena de amor y felicidad y sin la amenaza de la hechicera que nunca pudo salir del estomago de la ballena.
Fin